Chamacuero, Gto.
(También llamado Comonfort, Gto.)
Artículos recientes
 
 
 
 
 
SITIOS Y DETALLES
Aquí están algunos edificios o detalles de éstos. También hay objetos y elementos que de tan comunes podrían haber sido fotografiados en cualquier parte pero, créanme, todos provienen del territorio chamacuerense.
 
DANZANTES Y OTROS
Les llamo Danzantes y otros porque en esta sección la mayor parte de las fotografías son de danzantes, pero hay también de personas que desfilan por alguna festividad cívica o quienes participan en alguna procesión. Lo que todos los participantes tienen en común es que están ataviados con alguna indumentaria en particular, sin embargo las imágenes, lejos de destacar la indumentaria, se concentran en los rostros y las expresiones.  Como es de imaginarse. ninguno de quienes aquí figuran me autorizó a retratarles y —menos aún— a figurar en esta página; si esto les desagrada no tienen más que hacérmelo saber para retirar la imágen. Por el momento el modo de contacto es el correo electrónico chamacueromexico@gmail.com.  Por el contrario, si les hubiese gustado su foto, con muchísimo gusto les envío el archivo electrónico en la resolución original, para que se manden imprimir una fotografía de gran formato, o les obsequio una imagen ya impresa, para tal efecto el modo de contacto es el mismo.




























Paisajes


Fotografías
PAISAJES

Estas fotografías no están aquí por que yo considere que son una obra de arte cada una de ellas, ni siquiera porque las considere buenas fotografías, las incluyo porque siento que transmiten muchas cosas, desde la evidente información documental que proporcionan, hasta lo que puedan despertar en cada espectador. Aunque prácticamente todas las imágenes son de mi autoría, toda colaboración será bienvenida. En las secciones previas hablamos de muchos temas y en la mayoría de ellos hay un buen número de imágenes. En esta sección, las imágenes no ilustran un tema específico, están aquí por sí mismas. Este apartado, que he llamado paisajes, contiene imágenes de espacios abiertos, en muchos lugares de nuestro municipio.

En esta ocasión, con las lluvias tempranas los ríos y arroyos lucieron un caudal hermoso.



























GENTE

Creo que a ninguna de las personas que aquí figuran les pedí que posaran para una foto, la mayoría no supo que eran fotografiados y espero que no les moleste estar en esta página. Pero si así fuera no tienen más que hacérmelo saber para retirar sus imágenes. Si bien todos los presentes son personas honorables —y a algunos les aprecio y admiro en particular—, aquí sólo mostramos sus fotografías; en otras secciones de esta misma página hablamos o hablaremos de su trabajo o de su vida.





































Gente


Sitios y detalles


Danzantes y otros

Paisaje
Gente
Sitios
Danzantes
Más Fotografías
(Tenemos un montón)



Nuevos Artículos
en Octubre
Fotografías del museo
Casa Dr. Mora


Volver a Inicio



Volver a Artículos Recientes






Volver a Inicio



Volver a Artículos Recientes






Este censo es anterior, un poco más antiguo que otro que ya habíamos publicado con el título "Censo Redimible de un indígena en 1719".

Más interesante que sea un poco anterior, ambos documentos son muy similares, tanto que el "indígena" que carga el censo es el mismo, el señor Juan de la Fuente, a quien califican de "indio principal y cacique de este pueblo".
 
Volver a Inicio



Volver a Artículos Recientes






Inicio
Información General
Historia
Literatura
Personas, Personajes
Espacios
Artistas Plásticos
Fotografías
Vídeos
Libros
Conversaciones
Documentos
Sobre esta página
Fiestas
Artesanías
El célebre expediente
de 1543, parte cuatro;final

Censo redimible de un
indígena en 1718
Libro "Chamacuero,
Septiembre de 1810"
El célebre expediente de 1543 (parte cuatro, final)
Censo redimible de un indígena en 1718

Como es usual en estos documentos (y en los actuales) se dejan claros los mecanismos que, eventualmente, se seguirían para el pago de los réditos o del principal.

Así como las obligaciones del censatario. Entre otras que debe mantener la casa en buenas condiciones, para que su valor no decaiga, porque ya no es del todo suya, en tanto no redima (pague) los setenta y dos pesos que recibió.

Como hemos llegado a comentar estos censos suplían las instituciones crediticias que, aunque eran muy escasa en esa época, no lo eran los requerimientos de financiamiento.


Libro "Chamacuero, Septiembre de 1810"
Volver a Artículos Recientes






Volver a Inicio



En el primer jueves de septiembre de 2025, se realizó una charla en el museo doctor Mora, con el apropiado tema: "El paso del Ejército Insurgente por Chamacuero", revisitando ese tema, y rememorando el libro de mi autoría, publicado en 2010, me percaté de la gran cantidad de información que hoy conozco y que en aquel 2010 no conocía. Por lo mismo pude identificar una serie de imprecisiones e informaciones falsas que se incorporaron a aquella edición.

Ello me motivó a revisar, corregir, ampliar y, en general, a hacer una segunda edición de este material que, por su temática, considero de mucha importancia para aquellos que gusten adentrarse en la historia de nuestro pueblo.

No se crea que es un nuevo libro, el noventa por ciento es idéntico al anterior, pero, a la luz de lo que hemos conocido a lo largo de los dieciséis años que median entre ambas ediciones, ya no hay datos evidentemente erróneos o innecesariamente imprecisos.

Esta segunda edición, al igual que la primera, está disponible, totalmente gratis, en el enlace que se indica más abajo, o haciendo click sobre la portada o el título.

 
Conversaciones, con don Antonio Landín Valle (primera parte)


Conversaciones, con don
Antonio Landín Valle
Volver a Inicio



Volver a Artículos Recientes






La última parte de este largo expediente parece tener la intención de concluir el pleito que se entabló entre los participantes ya mencionados.

Conviene aclarar que le llamamos expediente de 1543, porque los sucesos que se analizan provienen de esa fecha, pero el documento está fechado en 1568.

El documento consultado sigue siendo el mismo: Archivo General de la Nación, Ramo de Tierras, tomo 24 Expediente 5, en este fragmento a Fs. 44 a la 54.

La primera y segunda preguntas son las siguientes:
En la segunda pregunta, se da y no, un giro geográfico a los lugares relativos el pleito, pues se pregunta por la fundación de la Villa de San Miguel y por las razones de seguridad que motivaron dicha fundación. Esto es relevante porque, en algunos documentos, se maneja la hipótesis de que Chamcuero fue fundado para disminuir los ataques de los indios chichimecas a los demás pobladores.

Todos los testigos coinciden en afirmar que dicha Villa ha cumplido esa función destacadamente.

 
El Museo Casa del Dr. José María Luis Mora es mucho más que un edificio bien conservado de un enorme valor histórico.  Y no es que lo que acabo de describir sea poco, al contrario, pero el edificio que hoy conocemos, con todo y el contenido museográfico que alberga, es el producto de la suma de voluntades de muchas personas: muchos chamacuerenses interesados, tanto en crear un museo para su pueblo, como en recuperar y preservar la casa natal del Dr. José María Luis Mora.

Los chamacuerenses de hace cincuenta años también tenían, y quizás más, arraigado el orgullo hacia su pueblo y hacia el más destacado de sus hijos, el ilustre pensador, historiador e ideólogo de la reforma, según lo catalogan algunos de sus estudiosos.

De manera paralela, algunas de aquellos chamacuerenses había coleccionado piezas arqueológicas de este lugar, no en un afán depredador, sino porque prácticamente las piezas afloraban por si solas o tras una lluvia intensa. El caso es que una veintena de chamacuerenses tenía ya sus colecciones y junto con ellas, el deseo de que dichas piezas fueran formalmente preservadas y conocidas por el resto de la población, junto a las piezas arqueológicas también había vestigios paleontológicos, es decir fósiles de criaturas prehistóricas.

Coincidentemente a mi deseo de compartir las siguientes fotografías, el día 2 de octubre de 2025, participé en una charla sobre este tema en específico. Dos de los protagonistas de aquel proceso, tanto de la incipiente formación de colecciones arqueológicas, como de los esfuerzos para restaurar la casa natal del Dr. Mora, estuvieron presentes: el maestro Reynaldo Prado y el Lic. Félix Jiménez. Ellos detallaron la participación de muchas personas y la forma en que el interés arqueológico y el deseo de restaurar y preservar dicho inmueble se conjuntaron en lo que hoy es este bello, y significativo, museo; de paso ello también fue el germen de las semanas culturales en honor del Dr. Mora.  El maestro Prado hizo mucho hincapié en el papel destacado del arqueólogo Gerardo Zepeda en todo este proceso. Del mismo modo, en este espacio electrónico hemos hablado del importante papel que jugó el profesor Plácido Santana en este y otros proyectos del municipio.

Me parece importante mencionar a las personas cuya participación en todo este proceso, se registró en algún documento relativo a estas actividades, porque si los chamacuerenses estamos muy orgullosos del enorme pensador nacido en nuestro pueblo, también debemos estar orgullosos del modo en que los chamacuerenses de ciento cincuenta años después se esforzaron en conservar y restaurar su casa natal, con el añadido de darle el mejor uso posible en estos días, un museo que reseña nuestra historia, desde su más arqueológico pasado.

La lista, necesariamente incompleta, es la siguiente:

Sra. Soledad Sánchez de Olalde
J. Enrique Hernández Campos.
Ma. del Carmen Camacho Silva.
Gerardo Olalde Morales.
Ma. Guadalupe Vázquez.
Alberto Silva Vázquez.
Rebeca Bustamante C.
Manuel Ramírez Morales.
Carlos Guerrero Olalde.
Rosario Valle Ramírez.
Natalia Velázquez.
Elvira Leal Montoya.
Salomón Labrada Parra.
Antonio Yerbabuena Lanten.
Juana Landín Moya.
Graciela Mota Hernández.
Alicia Mota Hernández.
Luis Landín Moya.
Beatriz Mota.
Clara Leal Montoya.
J. Francisco Ramírez Martínez.


El coordinador
Prof. Plácido Santana Olalde


Las imágenes dan idea de todo lo que se tuvo que hacer para que el inmueble sea el que hoy conocemos.

Se aprecia la carencia de muchos techos y el deterioro en los muros y otros elementos arquitectónicos.

Otras fotos ya ilustran los primeros días del funcionamiento del museo. Algunas de las piezas que aquí figuran ya no están expuestas, cuando el INAH hizo una remodelación del discurso museográfico, ciertas piezas, según lo afirmaba el profesor Plácido Santana, fueron reintegradas a los donantes.

Volver a Artículos Recientes






Volver a Inicio



MUY IMPORTANTE

Quienes elaboramos este espacio electrónico nos sentimos muy honrados y orgullosos de que alguien considere tan importante, o bien logrado, lo que aquí compartimos, al grado de publicarlo en sus propios espacios. En la sección correspondiente de esta página se aclara lo relativo al uso de estos materiales, básicamente que se puede disponer de todo lo aquí publicado (simpre y cuando sea materal original de esta página; un 95% lo es) la única condición, o solicitud, es que se dé el crédito correspondiente, es decir que si alguien toma imágenes, fotografías, libros o textos diga que provienen de:

www. chamacueromexico.com

.
Dejando de lado la Villa de San Miguel, y no sé si esa pregunta se incluyó para que los Cronistas de aquella ciudad tuvieran, quinientos años después, conocimiento de los pormenores fundacionales de su ciudad, la tercera pregunta  se responde como es planteada; Los cinco testigos coinciden en que sí, la labranza de Francisco Arias invade las tierras de ganado de los menores Moscoso, PERO no causan perjuicio a dichos animales (los ganados), antes bien, el rastrojo que queda les aprovecha y, durante el cultivo no tienen problema para acceder al agua dada la cercanía del río que pasa en sus lindes y al que nadie llama con nombre alguno.
La quinta pregunta es contraparte de la anterior, ahora para dejar claro que  no existe duda de la correcta ubicación de las tierras de Francisco Arias. Todo el asunto parece resumirse en que, en una acto de fingida inocencia,

Arias invadió en varias ocasiones los terrenos de la estancia ganadera. No obstante que dejara un beneficio involuntario a los ganados de sus vecinos, era algo incorrecto.

En nuestra próxima actualización compartiremos la resolución de este proceso. Dicha resolución también tuvo relevancia en el proceso de población de nuestro pueblo.
.
En el año 2018 escribí sobre la tradición del Jueves Santo en Orduña de Abajo; para conocer más de la fiesta acudí con don Antonio Landín Valle quien amable y amenamente me proporcionó toda la información que compartí sobre este tema.

Desde aquel entonces quedé impresionado con la cantidad de historias, anécdotas y datos relativos a su comunidad que afloraron en paralelo durante aquella charla.

Como hace unos años tuve la acertada idea (perdón que lo diga yo mismo) de incluir un apartado llamado Conversaciones, en este espacio electrónico, esta conversación me pareció más que idónea para compartirse en dicha sección. 

Hasta hoy día que transcribí sus palabras me percaté que la grabación dura más de tres horas que, aunque fluyen como las aguas del río Laja, la he dividido en dos partes, la primera de ellas es la que a continuación comparto. 

Mis esporádicas aclaraciones sobre la propia conversación vienen entre corchetes [   ].

Este terreno comienza en siete metros de frente, después termina en veinte con la tierra de Virela, pero son 1570 de fondo. Primero me vendieron este terreno detrás del templo, mi hermano lo compró en 1923 y luego en 1925 pusieron los cimientos del templo, del actual. Porque nosotros nada más teníamos la capilla de abajo y cuando mi abuelo compró ese terreno en 1923, en 1925 él dio la mayor parte, dio doce metros y el otro señor dio diez metros, le decían el Coyote, don Luis Coyote, era de Comonfort, vivía por ahí enfrente de la Ruanda, por donde vivían los de la Luz, los Ortega. Pero no se apellidaba Coyote, así le decían.

Sobre la tradición del jueves Santo y la ofrenda de alimentos, eso es así al menos desde que yo tengo uso de razón, antes las misas se daban en la capilla de abajo.

Como le decía, en 1923 compró mi abuelo estos terrenos y ese, donde yo vivo, se lo puso a nombre de mi tía Cata y este done estamos a nombre de mi tía Inés, porque este donde estamos ya es otro terreno. Que los dos terrenos van con el camino real y terminaban con la cerca del cerro de Virela.

Cuando se hicieron los cimientos del templo en 1925, dicen que ahí se murió, se cayó una señora que era tía de mi mamá; se murió porque los cimientos tienen más de dos metros, porque como en ese entonces no había cemento ni había nada, aterraban la piedra y ese cimiento lo dejaron de ese tamaño.

Yo, desde que tenía cinco años me mandaron a cuidad bueyes, porque mi abuelo tenía como cien reses y como doscientos cajones de colmenas; mi papá, en ese tiempo, tenía su yunta y unas cinco vaquitas, entonces desde cinco años me empezaron a mandar al cerro, en ese cerro, porque según es de toda la comunidad, nadie es dueño de ese cerro. Así anduve cuidando bueyes hasta la edad de doce años, a la edad de doce años que vendió los animales mi papá, me fui a trabajar, en ese entonces andaban en la cosecha en Virela y me fui a trabajar allá, pagaban uno setenta y cinco a los peones y a mí como estaba chico me daban un peso. Nomás trabajé una semana y a la siguiente semana me fui…  pero esa es una historia muy larga. Pero le cuento que cuando yo pasaba a cuidar, me gustaba venir porque ese terreno del templo era un baldío, el pasto así de este tamaño [señala una altura de unos setenta centímetros], a veces ni se miraban los cimientos: entonces cuando yo pasaba al cerro, me gustaba venir a correr todo lo que eran cimientos del templo y me conocía para acá y para allá todo como estaba dibujado, por eso me acuerdo de eso.

Así estuvo parado el templo hasta que vino el padre Manuel que era vicario de Comonfort. No recuerdo su apellido, pero fue el que empezó a animar a la gente como en el año cuarenta y uno o cuarenta y dos, no recuerdo bien. Empezaron a animar a la gente y empezamos a acarrear arena del río, grava del río y a traer piedra del cerro, así se empezó a levantar el templo, desde 1942 por ahí.

En ese tiempo, o desde que yo tuve uso de razón, mi abuelo fue encargado del templo. Venía, en aquel tiempo, don Enrique Cuello de Monaguillo. Por eso sé muchas historias también, me platicaba don Enrique Cuello de que una vez vino de Monaguillo con un señor cura, mi abuelo les daba el almuerzo y la comida y se esperaban lo que fuera, la hora de la comida o el almuerzo; el señor cura le hizo una pregunta: "Oiga don Camilo, ¿esos aguacates, como qué tantos años tendrán?" Y mi abuelo le contestó: "Pues mi abuelo duró como cien años y decía que cuando él estuvo aquí que ya tenían como doscientos o trescientos años, entonces yo pienso que esos aguacates los pusieron los españoles". Porque eran unos aguacates… bueno, había unos así, de las patotas [indica con sus manos lo que abarca con sus brazos extendidos], con decirle que yo conocí un aguacate, aquí en Rinconcillo, que tenía la pata así y en un solo corte lo cortaron treinta cajas de esas de veintitrés kilos de aguacates; eran muy altos.

Por eso le digo que sí hay historia que contar, porque cuando yo tuve uso de razón, nada más había aguacates en veinticinco o treinta metros de la orilla del carrizal para arriba; todo el aguacate era por toda la ribera del río: Había aquí en Orduña, en San Jerónimo, en Nopalera, en Morales, en San Pablo, San Pedro, en Rinconcillo; todo lo que era la orilla del río, pero nomás en la orilla del río.  En la mera orilla había carrizal y en seguida las hileras de los aguacates, pero no abarcaban veinticinco metros, yo pienso que veinticinco metros no.

Es que suponiendo: de aquí de la calle Morelos, que era el callejón ancho, hasta por donde viven mis primos, del camino al río son cincuenta metros, toda esa región desde aquí del callejón, hasta donde vivía… le podría decir que era desde donde dependía Orduña, porque mi abuelo era el primero de acá, después se extendió para allá, hacia el sur porque a mi abuelo le vendieron la hacienda de Cleriguito. Era otra hacienda que está donde empieza el rancho ahorita. Le vendieron esa hacienda, nosotros la conocíamos nada más como "las casitas viejas"; había unas casitas derrumbadas por eso a veces…

Yo les platico esto: que nosotros íbamos al pueblo porque no había misa aquí. Nos daban acá en las fiestas, pero así de que hubiera misa cada ocho días o cada quince días no había. Entonces cada ocho días teníamos que irnos a misa a Comonfort; se iba una familia, digamos un matrimonio con sus dos tres hijos o cinco o seis; se iba una parrandita, más adelante otra parrandita, más adelante otra parrandita, entonces yo les platico esto: nos decían: "¿Dónde encontraste a fulano?" "Ah, 'pos que en las casitas viejas" (que era la hacienda del Cleriguito), más adelante: "No, pos que en las arboleda", más adelantito: "Que en la compuerta", más adelantito: "Que en el garambullo", más adelantito: "Que en el vapor", más adelantito… bueno, le podría decir que unos de cincuenta o de a veinte metros, otra´: "Que en el árbol del descanso" le decía el árbol del descanso porque había una mesita y entonces todos los difuntos los depositaban un momento, como se los llevaban cargando entre cuatro, ahí decían, ahí en el árbol del descanso. Se los llevaban a enterrar a Comonfort. No sé si exista ese árbol todavía, pero yo sí sé dónde estaba ese árbol.

Entonces, por eso le digo que tenía muchos nombres: "¿Dónde encontraste a fulano?" "Que en el árbol del descanso" ahí mismo, casi enfrente: "Que en el barrancón", más adelantito: "Donde bajan los bueyes al agua". Eran los bueyes de Virela, más adelantito: "Donde termina Virela", que era de don Enrique, "La cuadrilla" ahí era un rancho, más adelantito estaba, quizás usted lo alcanzó a conocer, "La Jolina", más adelantito "la huerta de Ricardo Trujillo", "Que la huerta de Tavo" y en seguida: "Que los cuatro caminos", en el río era "El paso prieto", si nos íbamos por toda la orilla del carrizal a salír a donde iban a hacer el puente. 

Por eso aquí, que nos íbamos a la misa primera, nomás nos levantábamos temprano y dando la primera, ahí vamos, a paso recio, ya la segunda nos la daban por Virela, la tercera nos la daban entrando a los claustros.

Se alcanzaba a oír la llamada, todavía hoy, poniendo atención, se oye. No me lo va a creer, a veces, que estoy despierto se oyen las doce de la noche de la parroquia, el reloj que da el Ave María; si está uno silencito sí se escucha, aquí se escuchan hasta las campanadas de San Agustín, si anda uno por aquí:" Ah, es de las campana de San Agustín" y es que, mire, más antes no había tanto ruido ya ve ahora con tanto relajo, en aquel tiempo aquí los peones entraban, el trabajo era de siete a tres de la tarde y se escuchaban las tres de la tarde, se escuchaban las doce, es más había peones que se traían sus palas, ponían su sombrero arriba de la pala y se sentaban. "¿Qué estás haciendo?" "Pues las doce". Según tengo entendido, así como ahora rezan el ángelus, en aquel tiempo mi abuelita le rezaba a las ánimas benditas. Decía: "Mira hijo dicen que a las ánimas benditas a las doce del día es cuando les entra un airecito si están sufriendo por eso hay que rezarles". A mí me quedó esa costumbre, yo todo el tiempo he rezado a las ánimas, digo no soy… pues he sido de todo, he sido malo, soy cómo le dijera he sido lo peor pero sí me acuerdo de rezar. Cuando mi tía se cayó en los cimientos fue en el momento de poner la primera piedra, es que estaban los hoyos, las zanjas y vino el señor… obispo, no sé eso sí no recuerdo quien, pero que pusieron la primera piedra y una señora se derrumbó y se murió. 

Empezó a trabajarse el templo, de los cimientos para arriba con el padre Manuel, en ese tiempo había muchas muchachas entonces el padre Manuel y animó a las muchachas. Yo le podría decir, pues muchas ya no existen ya se murieron, pero aquí en ese tramito estaba una señora, bueno estaba Lucía, Lena, doña Nico, bueno había muchachas y el caso es que animó y empezaron a rifar, quién daba un caballo, quién daba un burro, los empezaron al rifar, luego el padre traía rebozos, cobijas y así se empezó a trabajar y se empezó a levantar el templo. En aquel tiempo mi abuelo era el encargado, duró como diez años, después don Andrés Casablanca duró como otros diez años de encargado del templo, después don Candelario Ramírez, también duró como otros diez años y entonces, cuando ya nosotros estábamos… pues ya casados aquí surgió Erasto Mora que era el líder del rancho, era el líder del PRI; Erasto y Cuauhtémoc, son hermanos e hijos de don Erasto. Entonces este señor nos empezó a Juntar a muchos, nosotros, mi hermano Rodolfo, mi hermano Moisés y yo; Pancho Valdelamar juntó unos primos, Guadalupe total que nos reuníamos veinte en la casa de mi abuelo Cecilio.

Yo soy Landín, mi abuelo Camilo, del que ya hablé, era de allá abajo, pero los Valle eran de aquí del rancho y también hay historia de ahí, porque de esa familia Valle han salido dos sacerdotes. Yo no lo conocí, pero en la casa de mi abuelo, mi tía Nacha, no sé si usted la haya conocido [no, conocí a Manuela] bueno, Manuela era también mi tía. Es que en ese tiempo Orduña estaba muy ligado, yo les podría decir o les platico que Orduña para Comonfort era el brazo fuerte porque aquí había aguacate, nopaleras, harta tuna, harto durazno, magueyes. En aquel tiempo no había ninguna tienda que vendiera un chicle, pero sí había tres pulquerías aquí. Pulquerías que hasta tenían sus cuartos, su poyito alrededor o banquitos y llegaban los parroquianos a sentarse y "deme un litro de pulque" o "deme un medio litro de pulque" y a mí mi papá me decía: "Cómo me caen gordos esos, llegan y piden un medio litro de pulque, se los dan y nomás lo besan y lo besan" -decía-"yo llego, un litro, de un trago, écheme otro, igual de un trago; ahí nos vimos". Una vez que hacía mucho frío y le dije: "Oiga papá, usted tomando pulque y hace harto frío", "se calienta el estómago" decía mi papá, que en paz descanse. Mi papá era bueno para el pulque, decía: "Mira, el día que ando bueno traigo mis cuatro litros de pulque en el estómago". Mi papá también tenía historia, porque él se ganó una apuesta con una garrafa de cinco litros de pulque sin quitárselo de la boca. Y un cántaro de doce litros con nada más un descanso a medio cántaro, pero le pagaban en aquel tiempo, hay historias. Aquí también estaba un señor que, tenía tunas camuesas. La tuna camuesa era la novedad aquí en Orduña, por eso venían paseos seguido de Comonfort aquí a Orduña, porque venían a echarse su pulque y a pintarse, después de la comida se pintaban con las tunas, porque la tuna camuesa (todavía tengo yo, yo la he conservado) era una tuna que se podía limpiar bien. Cuando era soltero yo llegué a llevar tunas en el pantalón, pero las limpiaba bien y se las daba a las muchachas cuando salían de la escuela.
Como le digo mucha gente de aquí también era de Comonfort: usted conoció a don "Juachis" el de La Brisa, a todos los de La Brisa; ellos tenían terrenos aquí. El papá de Polo, el que andaba con el padre Agustín, tenía terrenos aquí. Don Carmen "Frutadehornero", su esposa era de aquí. Agustín Rincón el grande, era primo de mi mamá. Doña Felisa y otra que no me acuerdo como se llama, que vivían en las cuatro esquinas, luego luego adelantito, como a las dos puertas, eran primas de mi mamá. Mi tía Rosa vivía en el número 27, el mesón de Lala estaba en frente de donde vivía mi abuela. Nosotros, se podría decir que mi mamá era de Comonfort. Mi tía Rosa, mi abuela Nacha, porque era casi la dueña de la mayor parte de la huerta en toda esa cuadra, porque ella lindaba, por acá, con Chelo Puente. Para ver la rueda de la Fortuna la mirábamos como ver de aquí al templo.  Toda esa huerta era grandísima, después mi abuela la vendió:  media hectárea a don Salvador Velázquez, a don Lencho a don Marcos, después le vendió una hectárea a don Ramón Plaza.

Por eso nos fuimos acortando, pero mi abuela era dueña; ahí había granadas, unas chirimoyas, las patotas así, grandotas, ahora las patitas de las chirimoyas son asinitas. Pues como que toda la familia pertenecía acá a Orduña, si vivían allá en Comonfort, pertenecían acá o al revés, porque, por ejemplo, mi tía Manuela, que era hermana de mi papá, vivía ahí donde vive Víctor y mi tía Inés, que era hermana de mi Papá, vivía en Ocampo con mi tío Moisés Olalde, era papá de Moisés el chico que después se casó con Balbina Velázquez que vive allá en Juárez, por eso había mucha gente que pertenecía aquí. Sí hay mucha historia. 

Pues le decía del templo que al señor Mora la gente lo tenía como comunista, porque él decía: "Miren, estando unidos, como una escoba de popotes (que ahora ya no se usan, pero los popotes eran pastos, una escoba la componían como unos cien); un popote quiébrenlo y se quiebra fácil, pero ya estando la escoba a ver quiébrenlo…" Entonces nos empezó a juntar y nos reuníamos en un cuarto que tenía mi abuelo Cecilio, el papá de mi mamá, y esa casa, no sé qué tenía, pero en esa casa allí vivieron sus papás de mi abuelo y sus tíos, por eso le decía que entre la familia Valle salió un Sacerdote que yo no lo conocí. Lo conocí porque mi abuela Nacha, allá donde nos quedábamos en Comonfort, tenía una foto del señor cura y decía que este es el señor cura Valle y el señor cura Valle esto y aquello. Pues como en aquel tiempo pertenecíamos a Morelia, este señor se ordenó y se fue por allá en otros pueblos y dicen que a los veinte años vino, lo nombraron cura de Comonfort, o no sé, sería nada más vicario, pero vino y en aquel tiempo ya ve que había gendarmes o serenos y el sereno anunciaba la hora. Dicen que había un gendarme que le tocaba esa región del templo de San Francisco, cuando estaba el mercado (o a lo mejor todavía no estaba el mercado porque después lo hizo Melchor Ortega), entonces dicen que este centinela, miraba que salía, por ejemplo, de acá donde vive, donde tiene su papelería el profesor Indalecio, dicen que ahí eran los corrales de Juan Rocha y que de por ahí salía un catrín, que salía a media noche y se iba caminando hacia el templo y se metía a la parroquia. Entonces dicen que ese centinela le platicó al señor cura Valle que le dijo que pues él miraba eso y que le dijo el señor cura Valle que si lo acompañaba e iban a verlo y dice que estuvieron tanteándolo hasta que fueron las doce de la noche; entonces salió el catrín (en aquel entonces les decían catrines a los que traían traje. Porque nomás los catrines traían traje, nosotros no), dicen que salió como siempre, se metió al templo, se abrió la puerta y se metió y que ahí van detrás de él, que se mete el señor cura y al meterse el señor cura, se cierra la puerta y no se mete el centinela. O sea que nomás entró el señor cura y el centinela no entró y ya después dice que de rato, de mucho rato, salió el señor cura, pero ya salió como sonámbulo, como que ya no era él y no sé bien la historia, eso es lo que yo sé y según dicen que de eso murió.

Y ahorita el otro padre que yo le decía es hijo del difunto José, Arturo valle, es mi sobrino, pero como retirado, porque su abuela de ese padre era prima hermana de mi mamá. 

Volviendo a Erasto, hubo esos tres encargados que duraban 10 años, entonces cuando nos reuníamos decían: "Dónde les gusta ir?" Y decíamos: "pues vamos ahora de pesca". Y nos íbamos porque había mucho pescado aquí en el río. Era de otra clase de pescado; en aquel entonces nada más había el que conocíamos por el liso y el pinto; nomás esas dos clases había. Nos íbamos de pesca y por allá hacíamos una ollota y comíamos y todo.  Y otra vez: "Pues vámonos de cacería". Y nos íbamos al cerro, allá arriba, a los venados y una vez: que ¿dónde vamos?, "vamos a comer al tanque al cerro". Esa vez estábamos comiendo cuando dice:  bueno ahorita le digo que dice, porque era el líder, y era el líder porque nos metió de cada y que había elecciones él era el que acomodaba la mesa directiva: "Tú te vas de presidente, tú de secretario, de escrutador" y total que de allí para adelante entrábamos en la casilla, nomás nos cambiaban que de secretario a escrutador o presidente, pero éramos los mismos y en ese tiempo, como decían, sí era cierto que votaban los muertos, porque le voy a platicar esto: Formaba nuestra directiva, poníamos nuestra mesa allí esperando, eran las doce nadie iba a votar, porque como ya decían "eran los mismos", en ese entonces nada más se dividía, era el solo PRI, nada más que se dividía, a veces le tocaba uno de la CNC que era de los campesinos y cuando era de la CNC nos ponían la mesa en la escuela de Orduña de Arriba con los ejidatarios y cuando tocaba de la CNOC era cuando nos tocaba a nosotros y la poníamos para acá donde está la telesecundaria, aquí más cerquita. Entonces, como le decía, ya siendo las doce: "pues no ha llegado nadie, se nos va a hacer tarde, no, pues vamos a empezar a votar, uno que vaya buscando los nombres otro que vaya cruzándolas" y dice: "Fulano de tal, pues votó", ya le cruzaban y va al ánfora, y luego dice: "fulano de tal, no 'pos ese ya se murió", "también votó". Por eso le digo que sí era cierto de que votaban los muertos, porque no había ningún representante de otros partidos era el mismo PRI.


Entonces esa vez, estando acá en ese cerro dijo: "Ya van a hacer cambio de encargado del templo, al templo todo el tiempo van unas sesenta personas nosotros somos veinte si llevamos veinte viejas son cuarenta votos, les ganamos a cualquiera, por eso vamos a sacar de aquí el que sea el encargado del templo". Y así dijimos: no 'pos que Pancho Valdelamar, como el que llame las campanas, como sacristán, no pues me nombraron a mí. Ya quedamos los dos y en ese entonces estaba el cura Francisco Nambo que era el cura de aquí de Comonfort y entonces ya fuimos y vino a misa y le dijeron que iban a cambiar de encargado, nos fuimos a votos y lejos le ganamos al contrincante y ¿sabe cuál era el pleito entre nosotros? era mi misma familia; como nosotros aquel era el líder y todos íbamos por el PRI, aquel otro era sinarquista, pero no había partido, no había nada, entonces este señor puso su encargado pero le ganamos fácil y entonces quedamos de encargados nosotros del templo. Pero a los quince días que vino el señor cura dijo: "Saben qué, que vamos a volver a votar porque me fueron a avisar que no estaba toda la gente del rancho". Pero eran los otros que no estaban de acuerdo; volvimos a votar y que volvimos a quedar los mismos, entonces yo le dije al señor cura (yo en ese tiempo tenía unos tres años de casado): "Sabe qué, señor cura, usted dijo que los nombramientos eran nulos, entonces yo ya no le entro". Y el que quedó en mi lugar fue mi hermano Moisés, uno más chico y ya quedaron de encargados, estuvieron ahí.
Pero yo no sé qué sería, a lo mejore  porque no quise ser encargado o sería porque ya la traía la enfermedad, pero uno día que en ese tiempo nos poníamos a jugar aquí todos; había temporadas en que hombres casados, solteros, nos poníamos a jugar aquí en el rancho, a veces era como un mes, mes y medio que agarrábamos pues que al trompo y salíamos a la calle y todos con el trompo y a veces nos íbamos que con el balero en ese tiempo o luego que a jugar la rayuela así en la pared, a la cuarta o a veces agarrábamos un rachita de jugar entripado, conquián, póker jugábamos a la baraja, no apostábamos mucho, era de a peso pero de todos modos era juego. 

A veces salía uno y a las dos tres casas estaban jugando unos, caminaba unos cien metros, adelante estaban otros, y así eran rachitas. Entonces en ese tiempo que nombraron que yo no quise ser encargado, no encargado, sacristán porque el encargado era otro. Tenía un primo, era un tío, vivía aquí abajo y era mi concuño, salió y nos pusimos a jugar baraja y ahí estuvimos y él tenía un aparatote de esos de los que había más antes que los ponían los que vendían en el pueblo.  Entonces tenía su aparatote y nosotros ahí jugando, empezamos como a las seis de la tarde y empezaron a llamar al rezo y oía yo las campanadas del templo y decía yo: "híjole, pues yo no debía de estar jugando aquí baraja, yo pensaba siempre en mí, yo debía de estar llamando en el templo, pero… no quise, aquí estoy". Digo, nomás ese fue el achaque, entonces ya cuando le paramos, le paramos como a las diez de jugar y como teníamos el aparatote y hacía mucho aire, yo ya tenía mi bicicleta, me fui en mi bicicleta y dije: "mejor me voy a pie porque hace mucho aire y con lo que estoy caliente del aparato… y me fui ya a dormir, y como era rachita cuando yo llegué a mi casa mi hermano que vivía al otro lado, estaba su papá del padre jugando también baraja con mi hermano, eran compadres , todavía me eché un juego ahí con ellos y me acuerdo re bien que cuando dijo mi hermano: "Ya vámonos a dormir", a esas horas pasó un avión y yo hasta me quedé viendo pa'rriba y viendo ya ve que se miraban los aviones en ese tiempo, bueno y se ven ahorita en la noche también; entonces me fui a dormir.

Qué sería que al otro día amanecí con los ojos como unos tomatotes y me dolían, me dolía mi cabeza, y le dije a mi mujer: "Oye me duele la cabeza", "Pues tómate unos Mejorales". En ese tiempo se usaban los Mejorales. Me tomaba un mejoral, se me calmaba; de ratito me empezaba y así  y como les digo, sería que ya traía la enfermedad o sería superstición pero yo sí dije, 'pos yo no sé por qué sería, en la noche, no me lo va a creer, en la noche me andaba muriendo, me dio un calenturón y una diarrea… que salí como a las ocho de la noche, luego salí como a las diez y luego como salí, como le digo en aquel tiempo nadie tenía baño, íbamos al carrizal o a la nopalera, salí como tres veces y yo esa noche sentía que me moría,  tenía un calenturón y bueno uno también que no sabe… yo había comprado una chamarra de cuero bien peluda y yo me la cobijaba y como sudé rete harto… después cuando más me movía sentía re feo.

Entonces yo le decía a mi mujer: "Dame unos limones porque yo creo que si tomo agua me muero". Nomás chupaba limones y al otro día me amaneció la boca como chicharrón, los labios, del calenturón que tenía y los limones que me estaba chupando. En ese tiempo estaba el doctor Muñoz ahí cerquita de donde vives tú y fui a verlo y me dijo: "Con esto tienes", me recetó y me cobró ciento diez, en ese tiempo para mí era un dineral, pues ganaba unos cinco pesos por día. Perdón, pero ese fue antes de que me diera la diarrea, fui a verlo por el calenturón, me recetó y a la noche me dio la diarrea, entonces le dije a mi hermano: "Dile al doctor que venga, porque me andaba muriendo anoche" y fue a ver a Muñoz, que le dijo: "¿Qué no está tomándose la medicina? "No, pues sí", "ah, entonces ahora que se la acabe voy".

Yo tuve miedo y me fui al sanatorio, me dije: si me da igual que anoche pues mejor me voy para allá y que alguien me atienda. Me fui al sanatorio y ahí estaban dos madres: estaba la madre Prisca y otra que no me acuerdo como se llamaba, entonces me empezó a decir y a platicar pues que a todos nos llega la enfermedad, a todos nos da, unos primero otros después, pero uno a veces piensa que nada más a uno le llega. Total, que ya estuve ahí y me eché como veintitrés días en el sanatorio y lo que tenía era tifoidea; la tifoidea lo que tiene es que amanece uno como si nada en la mañana, a mediodía le entra la calentura y en la noche se está uno muriendo.

Yo dije: "Pues si fue porque no quise ser encargado del templo, si Dios me da licencia que me levante voy a pedir… voy a trabajar para el templo". Entonces ya cuando salí le fui a ver al señor cura, le dije: "Oiga yo quiero trabajar para el templo". "Ah, pues cómo no. Si quieres te nombro encargado de la obra, ponte a trabajar ahí y circula el templo".
Como le digo que era todo baldío, había pasto así de grande en tiempo de aguas, crecía grande. Yo me acuerdo que los vecinos ahí les daban de almorzar a las reses que para ir a trabajar. Pues entonces le dije: "Yo voy a pedir limosna a todo el rancho para circular el templo".  Me dijo: "Sí, muy bien". 

Entonces ya empecé a trabajar y lo circulamos, le metimos pisos, esa barda le echamos alrededor y al frente barandal y puerta. Y luego seguimos con el templo porque, como le digo, había muchos encargados y por eso le cuento de cómo empezamos y luego fuimos encargados. Bueno, yo fui encargado de la obra siete años y luego de siete años dijeron que nos iban a cambiar. Cuando nos iban a cambiar, cuál sería la sorpresa de que cambiaron al encargado del templo y a mi hermano que era el sacristán pero entonces nos lo echaron a nosotros, o sea que a mi familia, a mi esposa y a mí, porque mi mujer era la que venía a rezar el rosario y yo encargado de la obra… traía albañiles fincando ahí. Entonces ya nos dedicamos a eso, duramos unos cinco años y nos salimos porque la gente hablaba mucho. Empezó la gente: "Que esto y que lo otro y que para que se haga más rico". Entonces nos salimos y pusimos otros encargados, nosotros mismos los pusimos, pusimos a los que más hablaban para que vieran cómo era el trabajo.

Ya le digo que de ese liderato que tenía don Erasto salieron cosas buenas, porque como le digo de ahí salieron los encargados del templo, como nos reuníamos seguido, después dijimos: "Pues nosotros no tenemos luz, vamos a meter la luz" y gracias al Licenciado Olalde que estaba en ese tiempo, él venía a animar la gente, metimos la luz. Después de eso nos seguimos sobre el agua, pusimos el agua potable, Después hubo un tiempo que salió un candidato que era el doctor Dovarganes de San Miguel y Zenón Tapia, que es ejidatario, el suplente y por ellos se nos hizo la primera aula del estado. Sí, tuvimos la suerte de que se nos levantó la escuela, porque aquí, primero, mi abuelo Cecilio hizo un cuartito; bueno, primero se compró el terreno y luego se hizo un cuartito de adobe, pero nomás cabían como diez niños. Ya después que entró ese doctor Dovarganes, que fue diputado, se nos hizo la primera aula. A esa nomás se le levantó de material un metro y ya después eran como estructuras de fierro que se acomodaron con tornillas, ya para arriba eran puras láminas, unas verdes, amarillas, de todos colores que le daban muy bonito a la escuela. Así empezamos, por eso digo que de ese liderato salieron muchas cosas buenas.


El templo se empezó a trabajar desde el 41, 42, hasta que se techó hasta arriba. Aunque no sé muy bien, porque yo desde los doce años, que dejé de cuidar bueyes, nada más una semana fui a trabajar a Virela y después me fui de mojado con mi papá, me fui pal norte. Estuvimos en Álamo, Texas, estuvimos ahí cerquita, nomás brincábamos el río, nos fuimos en noviembre y en marzo nos venimos y luego le volaron la lana a mi papá, en el tren. Luego nos volvimos a ir, por eso no me di cuenta del templo. como nomás iba y venía… fui veinte veces de mojado. No me lo va a creer, pero un año fui cuatro veces. El tren era el que hacía negocio, iba yo en el río, me encueraba, porque ese río es muy tramposo. La primera vez pasamos en lancha, a media noche, pero la siguiente vez ya nos fuimos caminando, pero ese río es muy tramposo, porque tiene unos hoyancotes abajo y tenía unas manguerotas, como que tenía caterpíllars arriba para bombear el agua en ese tiempo.


A veces cuando andaba uno regando salían huesos hasta de cristianos ahí, de pescados salían, había mucho pescado digo, pero de cristianos salían huesos ya como con pedazos de carne, que se iban deshaciendo. Le decían el Río Bravo, les digo que el bravo era este de nosotros, porque en aquel tiempo se llenaba, llegaba el agua hasta la vía y aquí hasta la calle, aquí en el callejón ancho, ahora que se va a hacer el puente les digo aquí deben de hacerlo alto porque yo en las crecientes que vide en el 55 y ya después en el 68, aquí en la calle daba el agua, por eso digo, si lo van a hacer a este nivel, no, hay que hacerlo alto. Todas las casas que había para el lado de abajo se cayeron en el 55. Ahora ya hay muchas fincas ahí. Les digo yo: es como los de México que dicen que cada año les llueve y digo: "¿cómo no se levantan para más arriba?, ¿qué están haciendo ahí, si ya saben que cada año les llega el agua?

Entonces, ya le digo, el templo se siguió trabajando con encargados antes, porque esto que le estoy diciendo, de cuando fui encargado, antes ya se empezó a celebrar misa aquí, porque el templo ya estaba en partes tapado y en partes todavía no se tapaba, le faltaba mucho pero ya se celebraba aquí, porque le digo que en este tiempo… que ha de haber sido como en el 63 o 64 veníamos. Y una vez el padre me decía: "¿En qué llamada vas?" no, le dije, no han llamado, "¿Cómo que no han llamado? Pues llama". Pero yo no era el encargado, porque le digo que para eso había el encargado del templo y mi hermano que era el sacristán, nada más que como yo me levantaba temprano, para recoger la limosna del rancho para la obra que traía, pues entonces yo ya estaba aquí al pendiente para la misa, cuando llegaba el padre. Aquí nos daban misa en ese tiempo cada quince días, me acuerdo de una vez que chocaron los trenes aquí en San Jerónimo, yo pienso que a lo mejor fue en el 65, porque yo me casé en el 61 y cuando tuve la enfermedad ya tenía dos hijos: Antonio nació en el 62 y Pancho en el 63 y mi muchacha Rosario nació en el 65, cuando me dio la tifoidea todavía no nacía mi muchacha, entonces fue como en el 66 o 67 cuando chocaron los trenes aquí enfrente…


[Don Antonio me contó con detalle aquél trágico accidente de trenes, también de sus andanzas en el norte allá por los años cuarentas, más detalles de la construcción del templo y de la tradición de los nopales, pero toda esa charla la compartiremos en la próxima actualización de este espacio electrónico]

Fotografías del Museo Casa Dr. Mora
No es de extrañar que fuera cacique y principal si tenía tantas propiedades como se describe en estos censos. O exactamente lo contrario: no es de extrañar que tuviera propiedades si era cacique y principal.

No obstante lo anterior, don Juan de la Fuente, recibió al menos dos cantidades de la "Cofradía de la Limpia Concepción", en el caso de este censo de setenta y dos pesos. Mismos que le generarán un interés, un rédito de tres pesos con seis reales o 3.6 pesos, calculados al cinco por ciento anual, como fue costumbre por muchos años.

En el párrafo siguiente se detalla la propiedad sobre la que se cargará este censo, es decir, la que será garantía de pago del "principal" (el capital) y de los réditos correspondientes. Si bien se dice que son garantía todas las propiedades del señor Juan de la Fuente.

 
Volver a Inicio



Volver a Artículos Recientes






"Calaveras" de 1954
Entre los documentos conservados en los archivos familiares, encontré estas "Calaveras" que mi Padre guardó, entre las pocas cosas que solía archivar.

En el improbable caso de que alguien no sepa a que llamamos "Calaveras", en este caso hablamos de composiciones en verso que se acostumbran en fechas cercanas al 2 de noviembre, en ellos se habla del ficticio fallecimiento de alguien y, con ese pretexto, se le describe, o se hace alguna mofa de él. En este momento no interesa hablar de la antigüedad de esta tradición, por ahora nos basta con decir que en los años cincuenta, cuando el "día de los muertos" se acercaba, tenían mucha aceptación en nuestro pueblo.

Hoy en día, estas composiciones son ilustrativas, no sólo de las personas que eran conocidas en el Chamacuero de los años cincuenta, también reflejan el ambiente de aquel pequeño pueblo de hace setenta años.

La publicación no dice quien es el autor de las calaveras, pero se intuye que alguno o varios de los mencionados habrán puesto su conocimiento literario, y su inventiva, para elaborar estas composiciones que, pese a tener siete décadas de antigüedad son muy interesantes de leer y, para los que ya rondamos ese mismo periodo de tiempo, nos permite reconocer a muchos de los aludidos, incluso cuando no figura su nombre en específico.

Como bien se indica, estas cuatro hojas impresas costaban un peso. No sé qué tanto valía un peso en aquellos años; hoy en día parece muy buen precio, asequible. Qué pena que no nos informe cuál era la "Obra benéfica" a la que se destinó el importe de la venta.

"Calaveras" de 1954
La cuarta pregunta parece un poco extraña, pero su intención es no dejar duda alguna de la situación real de estas tierras, evitando así un futuro litigio.  Los tres testigos niegan la posibilidad de que la estancia esté en lugar distinto al que le fue asignado y en el que se edificaron las construcciones desde su otorgamiento.

Es decir, pese a la cercanía de alguna ciénega, no hay arenas movedizas ni estancias movedizas.
Chamacuero, Septiembre de 1810
Volver a Artículos Recientes






Volver a Inicio